Está clarísimo que cuando no tenemos algo o a alguien lo queremos.
¿Qué ocurre cuando lo tenemos? Parece que de forma inmediata nos creamos otras nuevas necesidades. ¿Realmente estas necesidades son tal o más bien lo que necesitamos es tener necesidades, aunque no lo sean? El ser humano precisa de la busqueda continua, antes pensaba que esa búsqueda era de tipo transcendental, pero últimamente me he dado cuenta de que no lo es, la búsqueda es de esas necesidades innecesarias. Quizá, esa búsqueda de necesidades innecesarias sea lo que nos hace sentir que estamos vivos. Quejarnos por el esfuerzo que supone la búsqueda, regocijarnos en nuestra alegría al encontrar lo que sea o a quien sea, acumular búsquedas y necesidades... De ahí que en la búsqueda se encuentre la felicidad, no en la meta.
Darme cuenta de que casi nunca se trata de cosas transcendentales, me ha hecho bajar de un golpe a la tierra. El golpe ha sido duro, pero sin caída no hay resurrección.
El mundo de Laura
miércoles, 16 de febrero de 2011
miércoles, 9 de febrero de 2011
Llamada de una oyente a la Radio
Acababa de salir de trabajar, estaba montada en el bus e inicié mi ritual de siempre: comerme una manzada Grany Smith mientras oída un programa de radio pseudoeróticofestivo. (Lamardenoches)
Normalmente llamaba gente muy simpática y graciosa, suelo pasar muy buenos ratos subida en el bus con mis casquitos puestos. De vez en cuando, alguna llamada me dejaba boquiabierta. En este caso en concreto sentí una gran rabia e impotencia. La muchacha que había llamado, tenía 22 años. Debía mantener a su abuela y a su hermana pequeña y afrontar una hipoteca, más los gastos que podemos imaginarnos.
Llevaba ocho meses dando tumbos y buscando trabajo desesperadamente, todo su esfuerzo para nada. Lo que le habían ofrecido era trabajar en un Night Club, que no llega a ser puticlub pero que se le parece bastante.
España, me siento decepcionada contigo. ¿Cómo es posible que se den casos así hoy en día?
Sólo quería dejar por escrito el caso de esta chica de 22 años que, o acepta y saca su hipoteca, su abuela y su hermana adelante o dentro de dos meses se van, literalemente a la calle.
Normalmente llamaba gente muy simpática y graciosa, suelo pasar muy buenos ratos subida en el bus con mis casquitos puestos. De vez en cuando, alguna llamada me dejaba boquiabierta. En este caso en concreto sentí una gran rabia e impotencia. La muchacha que había llamado, tenía 22 años. Debía mantener a su abuela y a su hermana pequeña y afrontar una hipoteca, más los gastos que podemos imaginarnos.
Llevaba ocho meses dando tumbos y buscando trabajo desesperadamente, todo su esfuerzo para nada. Lo que le habían ofrecido era trabajar en un Night Club, que no llega a ser puticlub pero que se le parece bastante.
España, me siento decepcionada contigo. ¿Cómo es posible que se den casos así hoy en día?
Sólo quería dejar por escrito el caso de esta chica de 22 años que, o acepta y saca su hipoteca, su abuela y su hermana adelante o dentro de dos meses se van, literalemente a la calle.
martes, 8 de febrero de 2011
Los pequeños placeres
La semana pasada quedé con una amiga. Sin saber muy bien cómo ni porqué terminamos enunciando los pequeños placeres que nos proporcionamos normalmente, los que más nos gustan... A parte del sexo, que es evidente, salieron curiosidades interesantes.
Que me rasquen la espalda fuertemente.
Que me masajeen las piernas de abajo a arriba.
Meter los pies dentro de la cama sin calcetines, sintiendo el frío de las sábanas.
Los múltiples delicatessen culinarios.
lavarme los dientes.
Darme una ducha con el agua muy caliente, sientiendo cómo el agua cae por la cara, cabeza y cuerpo.
Darme un baño con la luz apagada, iluminada sólo con un par de velas, igualmente el agua debe estar caliente y con sales de baño y espuma.
Sentarme en el comedor con los pies encima de la mesa.
Cenar en la cama viendo una película.
Que me lleven el desayuno a la cama.
Pasearme desnuda por la casa sin tener sensación ni de frío ni de calor.
La sensación de quitarte una mascarilla de la cara.
Recibir un beso tierno.
y un larrrrgo etc...
Lo mejor de esa conversación es que sin quererlo revivíamos esos momentos, por lo que la conversación misma fue todo un placer.
Que me rasquen la espalda fuertemente.
Que me masajeen las piernas de abajo a arriba.
Meter los pies dentro de la cama sin calcetines, sintiendo el frío de las sábanas.
Los múltiples delicatessen culinarios.
lavarme los dientes.
Darme una ducha con el agua muy caliente, sientiendo cómo el agua cae por la cara, cabeza y cuerpo.
Dibujo de Gema Laura Díaz |
Sentarme en el comedor con los pies encima de la mesa.
Cenar en la cama viendo una película.
Que me lleven el desayuno a la cama.
Pasearme desnuda por la casa sin tener sensación ni de frío ni de calor.
La sensación de quitarte una mascarilla de la cara.
Recibir un beso tierno.
y un larrrrgo etc...
Lo mejor de esa conversación es que sin quererlo revivíamos esos momentos, por lo que la conversación misma fue todo un placer.
lunes, 7 de febrero de 2011
Invertir en bolsa
Hace unos días invertí en bolsa por primera vez. Lo cierto es que no sabía muy bien porqué lo hacía, supongo que influyó el hecho de que un compañero de trabajo lo hace de forma continuada. Según él siempre gana, porque sólo vende cuando las acciones han subido, espera a ese momento y ya está. En apariencia es fácil, pero si esto es así ¿por qué todo el mundo no invierte en bolsa?
Lo que quería contaros hoy es que al hacerlo me tembló la mano del ratón para aceptar la orden de comprar x acciones, además, he de sumar el hecho de que no le hice caso a mi compañero y no no compré acciones del Santarder, si no que compré unas acciones que recomendaba el broker de ingdirect. Se me hizo un nudo en el estómago, me subió la adrenalina, hacía siglos que no sentía esa sensación. Intentaba pensar que la cantidad de dinero que había invertido era ridícula en comparación con la que invertía mi compañero pero luego me asaltaba a la cabeza que aunque ridícula la cantidad era mi cantidad, mi dinero, con lo que me costaba ahorrarlo.
Al día siguiente miré, nada más despertarme cómo estaban mis acciones y síiiiiiiiiiiiiiii... habían subido, había ganado cuatro euros. ¡Me sentí la mujer más feliz del mundo!
Por miedo, supongo, vendí mis acciones y me regocigé en mis cuatro euros de beneficio.
Así, sin hacer prácticamente nada pero con el corazón en un puño, gané de la noche a la mañana cuatro euros.
Lo que quería contaros hoy es que al hacerlo me tembló la mano del ratón para aceptar la orden de comprar x acciones, además, he de sumar el hecho de que no le hice caso a mi compañero y no no compré acciones del Santarder, si no que compré unas acciones que recomendaba el broker de ingdirect. Se me hizo un nudo en el estómago, me subió la adrenalina, hacía siglos que no sentía esa sensación. Intentaba pensar que la cantidad de dinero que había invertido era ridícula en comparación con la que invertía mi compañero pero luego me asaltaba a la cabeza que aunque ridícula la cantidad era mi cantidad, mi dinero, con lo que me costaba ahorrarlo.
Al día siguiente miré, nada más despertarme cómo estaban mis acciones y síiiiiiiiiiiiiiii... habían subido, había ganado cuatro euros. ¡Me sentí la mujer más feliz del mundo!
Por miedo, supongo, vendí mis acciones y me regocigé en mis cuatro euros de beneficio.
Así, sin hacer prácticamente nada pero con el corazón en un puño, gané de la noche a la mañana cuatro euros.
domingo, 6 de febrero de 2011
Las relaciones suben y bajan como los bizcochos
Cuando comienzas una relación todo son esperanzas y deseos idílicos. Tenemos un horizonte de expectativas altísimo y lo mejor de todo es que creemos que se corroborará con el paso del tiempo. Ellos nos van dando cierto tipo de pistas que interpretamos como marcas para ese idílico horizonte de expectativas, quizá sólo sean coincidencias que queremos ver para poder seguir iluionadas.
Lo cierto es que cada día nos hacemos más y más ilusiones sobre esa relación, que sube como un bizcocho dentro de un horno. Pero debemos tener mucho cuidado, el bizcocho sube siempre y cuando no abramos la puerta del horno para echarle un vistacillo más de cerca. Cuando deseamos acercarnos al bizcocho verdadero, olerlo realmente... nos encontramos con que no está hecho del todo, nos ha quedado crudo el centro o por el contrario está demasiado horneado y no hay ser humano que se lo coma.
En los bizcochos como en las relaciones siempre es mejor no meter la cabeza mucho porque rápidamente se estropean si no lo estaban ya.
Lo cierto es que cada día nos hacemos más y más ilusiones sobre esa relación, que sube como un bizcocho dentro de un horno. Pero debemos tener mucho cuidado, el bizcocho sube siempre y cuando no abramos la puerta del horno para echarle un vistacillo más de cerca. Cuando deseamos acercarnos al bizcocho verdadero, olerlo realmente... nos encontramos con que no está hecho del todo, nos ha quedado crudo el centro o por el contrario está demasiado horneado y no hay ser humano que se lo coma.
En los bizcochos como en las relaciones siempre es mejor no meter la cabeza mucho porque rápidamente se estropean si no lo estaban ya.
sábado, 5 de febrero de 2011
¿Trabajo o amor? ¿Debemos elegir?
Hace unos años, cuando trabajaba de investigadora, pensaba que no iba a encontrar un hombre que me hiciese feliz cada uno de los días de mi vida. Por otro lado, la cuestión económica-existencial no entraba dentro de mi problemática vital, además, en mi trabajo me sentía cómoda, segura y feliz, casi como la sensación de tener una buena compresa puesta. Ahora, tengo ese hombre. Si aplicamos una regla de tres, parece evidente que me haya costado un montón encontrar un trabajo. No me satisface en absoluto, es de tipo físico. Ahora soy polivalente en un Supermercado.
¿Es incompatible el buen amor y el buen trabajo? ¿No podemos tener las dos cosas? Es injusto.
¿Por qué suceden estas cosas? Lo cierto es que conozco a muy poca gente que pueda disfrutar de un trabajo gratificante que vaya con su personalidad y formación y que disfrute del amor plenamente con una pareja que en un principio es estupenda.
Seguiré esperando a que el trabajo cambio sin que cambie el amor.
¿Es incompatible el buen amor y el buen trabajo? ¿No podemos tener las dos cosas? Es injusto.
¿Por qué suceden estas cosas? Lo cierto es que conozco a muy poca gente que pueda disfrutar de un trabajo gratificante que vaya con su personalidad y formación y que disfrute del amor plenamente con una pareja que en un principio es estupenda.
Seguiré esperando a que el trabajo cambio sin que cambie el amor.
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